Mi última canción
Por: Efrén Antonio Vahos
A Jairo lo conocí en un uno de esos programas de gimnasia para la tercera edad, junto con otras personas, en su mayoría mujeres, que buscan en el ejercicio un poco de elasticidad a sus cuerpos, recordar charlas interesantes y escuchar historias diferentes de compañeros, que aunque parecidas a las nuestras, tuvieron un desenlace diferente.
En el caso del señor Jairo, en sus mejores tiempos llevó a límites insospechados su pasión por la música a través de la guitarra, la cual dominaba a su antojo, y llegó a ser parte del trío 3 Jotas: José, Jeremías y Jairo. En esa época de talento y abundancia todo marchaba a las mil maravillas, los contratos no faltaban y las presentaciones eran frecuentes, sobre todo en los últimos meses del año, con las fiestas de amor y amistad y navidad.
Un día cualquiera, su señora regresó a casa después de una cita médica, muy callada y apesadumbrada. Jairo no lograba sacarle palabra alguna, pero no dejaba de pensar en que algo no andaba bien y, que tal vez, su señora no se atrevía a manifestarlo. Pero no faltó la vecina que puso al descubierto el hecho, preguntando a Jairo que si era cierto lo que se comentaba entre las amigas de Nubia, que el médico le había diagnosticado cáncer linfático.
A Nubia le tocó mostrarle los resultados de la cita médica y le contó, además, cuando sería la siguiente cita, a la cual lo invitó a él para que fuera el médico quien le pusiera de manifiesto el caso y le colaborara al máximo en las recomendaciones, y cómo le iban a hacer saber a sus tres hijos que por aquella época ya andaban en la universidad.
Mientras tanto, sus compañeros de trío le fijaban fechas y más fechas para atender pedidos de sus clientes y el amigo Jairo empezaba a disculparse una y otra vez, explicando que no podía acompañarlos por calamidad doméstica, y sus compañeros de música sin averiguar mucho (y Jairo sin querer decirles) optaron por entrenar a otro guitarrista que se convertiría en su reemplazo.
Jairo, no tuvo más remedio que ponerlos al tanto de su situación, y ellos lamentaron mucho su caso. Aun sin morir su esposa , ya habían resuelto no volverlo a llamar, lo que puso otro capítulo más preocupante a su pasión por la música, que trajo como consecuencia que él empezara a decir frases sin coordinación alguna; se desestabilizó emocionalmente y pasó a ser un paciente más del grupo familiar, lo que acortó el sueño de vida de su señora, la que finalmente murió al poco tiempo.
Ahora sus tías y cuñadas, junto con la colaboración de sus hijos, luchan por estabilizar de nuevo a su padre, que no logra superar la pérdida de su pasión por la música y su esposa. A veces pienso que ambas habían significado lo mismo, o provenían del mismo lugar de inspiración.
Dicen que canta solo en el balcón de su casa y bajo el cuidado permanente de algún allegado que se preste para ayudarlo y estar pendiente de la droga que lo mantiene un poco normalizado. Una de sus cuñadas logró convencerlo de que asistiera a clases de gimnasia para adultos, y además a las conferencias especializadas que allí también se dan.
La continua interacción con los compañeros de su grupo supondría la supresión de pensamientos tristes, pero esa dicha al parecer no duró mucho, pues tras el periodo de vacaciones no se le volvió a ver por la gimnasia. Ya va un año de eso. Dicen algunos, pero sin mucha seguridad, que el señor se agravó en sus comportamientos y hubo necesidad de llevarlo a un centro de reposo, donde solo recibe visitas de sus familiares más cercanos. Ojalá que allá le presten una guitarra para que, desde alguna ventana, le pueda cantar a su mujer.

Referencia: Imágenes restauración de guitarras